31 (Rob Zombie, 2016)
Cinco feriantes son secuestrados la noche antes de Halloween. A merced de sus captores, se ven forzados a participar en un macabro juego llamado 31. En las próximas doce horas, deberán luchar por sus vidas ante un interminable desfile de maníacos homicidas, amantes del caos, del dolor y del maquillaje. El terror tiene un nombre, y este es el de Rob Zombie.
Una de las películas más debatidas durante Sitges 2016 -debido a sus variopintas opiniones- es el último y polémico nuevo trabajo de Rob Zombie, 31. Tras visionar el grotesco filme y leer el enorme número de críticas negativas que existen, puedo asegurar que he disfrutado como un niño con su particular y excéntrico túnel del terror.
El realizador nos sumerge, una vez más, en su oscuro y característico mundo retorcido, con guiños más que evidentes a La casa de los 1.000 cadáveres en el concepto estilístico y a Los renegados del diablo en su montaje. No obstante, debo reconocer que ha habido un pequeño paso hacia atrás en la forma de gestionar la narrativa, de todos modos, ¡existen momentos de puro delirio mental!
Una cuestión que nos ha quedado claro y todo el público coincide: Rob Zombie ha regresado a su faceta más violenta, brutal y sangrienta.